Todos/as hemos escuchado con atención y
asombro la genial astucia de los antisociales de nuestro país. Los que
delinquen nos sorprenden constantemente con sus singulares y sigilosos ataques.
Desde que tengo uso de razón la delincuencia
no ha parado de crecer, sin embargo no nos percatamos de este crecimiento,
hasta el día que su violencia nos despierta.
El reciente domingo 15 de julio de 2012, entre
9:40 y 10:00 P.M., mientras concluíamos una amena celebración en la galería de
mi casa, ubicada en el respaldo Atala, (entre la Avenida Independencia y la Avenida
Cayetano Germosen -José Contreras-), en una motocicleta, un señor acompañado de una mujer, se acercó al círculo
de personas presentes a preguntar por una dirección; sin esperar respuesta, los
individuos se dispusieron a encañonar a la persona más cercana y a hacernos
saber al resto que dispararían algunas de sus armas si no les entregábamos todo
aquello que cargábamos. Como si esto fuera poco, antes de emprender la huida, amenazaron
con tomar represalias de ser denunciados o atrapados, pues obviamente saben dónde
encontrarnos.
En un lapso menor de 3 minutos, se llevaron 4
celulares, dos collares y un anillo. En muy pocos minutos este hecho despertó a
10 personas, que a partir de ese momento comenzamos a comprender el país en que
vivimos.
Lo robado fue sin duda la menor pérdida, pues
la tranquilidad, la paz y la plenitud del hogar también se fueron en esa
motocicleta.
Hemos sido forzados a comprender que no
podemos tomar aire en la galería de nuestra casa, que no podemos dejar a la
abuela barrer en frente y que debemos hacerle saber a cada vecino, que no
vivimos en una zona segura, a pesar de que un destacamento ``El Plan Piloto´´
se encuentra a menos de una cuadra.
¿Cómo sanar la intranquilidad de una persona
de 83 años que no se siente segura ni en su propia casa? ¿Cómo lidiar con todo
lo que provoca esta intranquilidad? ¿A quién acudir en un momento como este?
¿Podemos pagar una vigilancia? ¿Debemos mudarnos? Esto es solo parte de la
incertidumbre provocada por este despertar brusco.
Al reportar los hechos a las autoridades, éstas
no se inmutan, pareciera que su labor concluye con solo saber los hechos. La
atención de los agentes policiales no permite ver interés alguno en resolver
algo, ni patrullaje o vigilancia que lo sustente. Sucede que solo somos la
tercera denuncia, solo eso.
Mientras la policía se limita a contabilizar
los hechos de violencia, los antisociales hacen y deshacen, pues ni siquiera en
las zonas aledañas a sus destacamentos ejercen su función de investigar y
atacar el crimen de manera certera.